miércoles, 2 de mayo de 2012

Frío


Los guantes son algo muy importante aquí en el norte: se pierde, si no, sensibilidad en las yemas que no te tocan y comprueban que estas lejos.

Un buen forro polar ayuda mucho a mantener calientes los pulmones donde guardo el aire que un día fue tuyo y aun huele a tu colonia y a nostalgia.

Las gafas, cuando nieva, fundamentales pues los tantos rayos reflejados por el blanco pueden dañar la retina donde está grabada tu silueta a golpes de martillo en el cincel.

Pero sin duda, lo más importante es un gorro que proteja la memoria con los restos que en ella dejaste, que el frío los resquebraja y perjudica seriamente.

Las partes descubiertas se congelan fácilmente y se conservan casi intactas, como el amor, atrapado tanto tiempo a la intemperie del invierno.

Sin embargo, uno se da cuenta tarde de taparse, cuando ya le cubre la escarcha y cuestan más los movimientos en la mente entumecida.

Hasta que no sale el sol de nuevo y trae el deshielo no se recupera el ritmo ni el desasosiego por completo, largos meses sometidos a temperaturas bajo cero.

 Vaya, tratando de avisarme de cómo hacer para soportar mejor las condiciones climáticas adversas he terminado confundiendo los términos tú y salud a veces tan parecidos... Debo de estar sufriendo los estragos de que hablo.

Al grano, que hay que abrigarse bien a tiempo.