de "de que hablo cuando hablo de correr" Murakami
lunes, 18 de junio de 2012
a 18 de junio
La música de los Lovin' Spoonful, la escuches cuando la escuches es estupenda. No pretende mostrar más de sí que lo necesario. Cuando escucho esta relajante música, los recuerdos de diversas cosas que me ocurrieron a mediados de los sesenta pasan lentamente ante mis ojos. Ninguno de estos episodios fue nada del otro mundo, Si se hiciera una película sobre mi vida (aunque el mero hecho de pensar en ello ya me horroriza), toda las escenas acabarían suprimidas en la sala de montaje. Seguro que dirían algo así: "No está mal, pero tampoco tiene nada de especial". Eso es. Son sólo pequeños acontecimientos sin importancia. Pero para mí son recuerdos valiosos llenos de sentido. Puede que, mientras voy recordando esto y aquello, esboce inconscientemente una sonrisa o ponga sin querer el gesto algo serio. Y, al final de ese cúmulo de recuerdos de vivencias normales y corrientes, estoy yo. Yo, aquí y ahora. En la costa norte de Kauai. Cuando pienso en la vida, a veces tengo la impresión de que no soy más que un tronco a la deriva, arrastrado por las aguas hasta una playa. Los alisios que soplan desde el faro agitan las hojas de los eucaliptos sobre mi cabeza.
jueves, 14 de junio de 2012
Gente y días
Noto una gran similitud entre los días de mi vida y las personas que te encuentras en un aeropuerto.
Los días de rutina son esas personas de mantenimiento. Y digo de rutina porque la repetición es lo que la crea y esas personas nunca fallan. Un día tras otro, la misma tarea, aburrida, llana, sin nada que llame la atención ni les diferencie del resto de miembros del equipo de limpieza. Mis días casi siempre llevan camisa verde a rayas finas verticales y pantalones negros y están hartos de cobrar un sueldo de mierda y pasarse el día recogiéndola.
Pero el personal de limpieza también tiene días de descanso. Esos días en que estoy más animado y no pienso que acabaré fregando los suelos de algún aeropuerto de una ciudad europea, son esas parejas que se van de viaje. Con la inquietud del algo nuevo y también la certeza de que será bueno. El gesto de estas parejas es, esta vez, más divertido y alegre. Esos días no son como el personal de limpieza y solo están de paso, unas horas hasta que toman el avión para irse a una bonita playa del Caribe o a dar un paseo en barca por Venecia.
Estos días cercanos que vivo son la soledad del personaje haciendo noche en la terminal 5 del aeropuerto de Arlanda. La dificultad para dormir en una silla de pseudoacolchado mientras siente que no llega la hora de embarcar en el avión que le lleve a otro mundo y parece que tiene todo el tiempo del mundo para disfrutar el dolor en el cuello, el aburrimiento sensible y la ausencia de red wifi.
Otros días, en cambio, son rubia despampanante, metro ochenta, de tacón, cuando camina rompe el suelo. Viaja sola porque no necesita a nadie más. Se dirige a algún asunto importante en alguna ciudad importante. Pasa por delante andando rápido y cuando quieres no dejar de mirarla se ha perdido en la marabunta de gente haciendo colas. Estos días son como estas rubias: escasas, rápidas y no me prestan atención.
Finalmente los mejores días de todos eres tú en el medio de la terminal entre rubias espigadas, parejas que se van de viaje y señoras de la limpieza. Aunque de esos solo haya habido uno y dudo que se vuelva a repetir.
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