miércoles, 28 de diciembre de 2011

Acelera

Mi yo afectaba a mis contactos prácticos con el mundo, pero dejaba intacta toda la corriente de simpatía entre yo las cosas. Para mi todo es estéril, turbio y querido.

Es bello cuando un joven se para a contemplar su propio tumulto y trata de captar la realidad y aprieta los puños. Pero menos bello es hacerlo a los treinta como si nada hubiese sucedido. ¿Y no te da frío pensar que lo harás a los cuarenta, y todavía después?

Me siento retrasado por lo menos ocho años respecto a mis coetáneos. Generalmente, a los veintidós años están ya convencidos de lo que a los treinta no me convence todavía.

Y lo que sufro, esta época dura, es un consuelo si la elegimos nosotros, mientras si nos es impuesta por los demás es todo sufrimiento.

En resumen, la buena conciencia no es otra cosa que la expresión del deseo que todos tenemos: ser nosotros, ser felices siéndolo.


Cesare Pavese.

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