viernes, 10 de febrero de 2012

Miedo

De tí.


Me da miedo el vértigo del despertar cada mañana en mediodía,
porque una noche tuya es una profunda calada al cigarro que es mi vida.
Se lo fuman tus palabras que resuenan y hacen rana en este mar de mis lamentos.

Ayer partí el espejo en el que se reflejaba el gato negro bajo la escalera que era mía,
y aún hoy, lo pago a plazos y con intereses con espera y melancolía.
Si tiro piedras a la ventana de tu casa siempre fallo o no respondes y me mata.

Me da miedo el caminar por la trasera de los bares donde brindo con la muerte por tu compañía,
ni ella se queda y sigo solo bebiendo las mieles del éxito de una botella vacía.
Menos mal que, a veces, apareces y sin más, tú me rescatas.

Aunque mañana ya no estés, como todas, hoy tienes en la mano tu constante y mi efímera alegría.
Solo me queda un papel y un dios que nunca existe ni tampoco escucha mis plegarias.
Al final, te irás, preciosa como siempre, de la mano de algún otro y yo con miedo otro día.

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