domingo, 29 de septiembre de 2013

Conducción

Me dan miedo los lunes por la mañana y el café sin cigarro, sólo, aunque con leche.

Me dan miedo las avenidas anchas, de más de dos carriles, las prisas sin saludo, el metro, tan pocas personas, solo gente.

Me da miedo este ir y venir de las palabras cuando no sirven de nada, el titubeo constante y como decirte que te quiero en veinte líneas.

Me da miedo escribir amor con cuatro letras, por si cometo faltas de ortografía, que creo recordar que tu nombre tiene alguna más.

Me dan miedo las ocho horas, las mesas con pantalla, los trajes, las reuniones y las voces en off: “pasajeros del tren destino a sus deseos, este ha efectuado su salida hace ya mucho y ya no vuelve”

Me dan miedo las distancias insalvables que se miden en aviones, o en años, el “qué hubiera pasado si” y el “¿por qué no?” cuando es que no.

Me da miedo verte en quince años de la mano del arraigo, las campanas de tu boda, el por los viejos tiempos, el viva los novios.


Me da miedo poder no acabar este poema, lo que callo, lo que escribo, que lo leas, el qué pasaría si lo leyeras, el mejor no sigo, el que te vayas.

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