viernes, 8 de julio de 2011

Escaleras

Pongo un poema de Carlos Salem que me parece tremendo y me recuerda bastante a las escaleras que subo todo los días para conseguir, o no conseguir lo que quiero. Para todo hay escaleras, de cualquier longitud, en cualquier sentido, de cualquier forma, con cualquier final. Me voy a la calle a subir una escalera.


Escaleras


Buscando un camino para subir hasta ti
me convertí en un experto en escaleras.

Las escaleras mecánicas
no padecen de ansiedad
pero tampoco se enamoran.

Las escaleras de mano
mueren de pie
para no sentirse estúpidas.

Las escaleras de concreto
darían sus peldaños pares
por volverse abstractas
cuando las remontas
rubia
en minifalda.

Las escaleras al cielo no existen
(El cielo tampoco
pero si existiera
el único atajo para conquistarlo
sería dar un salto sin memoria
y con un puñal entre los dientes.)

Las escaleras al infierno
son tan cortas.

Las escaleras de las bibliotecas
mienten
que subir y saber son sinónimos.

Las escaleras de los bancos
sólo suben hacia abajo.
Las escaleras de caracol
se enroscan para disimular
que no llevan a ninguna parte
y tal vez por eso
me resultan simpáticas.

Las escaleras de tu casa
son una tentación de escándalo
para mi impaciencia.
y tus vecinos.

Las escaleras de los cementerios
no padecen de ansiedad
pero tampoco se enamoran.

No pretendo subir
ni que me bajes.

Voy a encargarle a escher
una escalera para recorrerte
engañando perspectivas
de tu ombligo a tu oreja
del tobillo a tu nuca
del puente de tu nariz
al túnel entre tus piernas
que ese sí
que lleva al cielo
aunque el cielo
no exista.

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